Vicky llevaba tres meses usando los tacones rojos, cada noche su piel dorada por el sol adquiría la transparencia y sedosidad característica de la tez de Natasha, sus ojos cafés se convertían en verdes y su cabello chocolate se teñía de dorado; nadie pensaría que se tratara de ella, así que frente al espejo Vicky perdía el miedo de lo que estaba por hacer…
El salón se ilumino cuando Natasha llegó del brazo de Juan Carlos a la boda de la hermana de este; su modo de caminar era tan sensual que parecía un absurdo no mirarla al pasar, tanto hombres como mujeres desviaban su atención ante la presencia de Natasha, Juan Carlos orgulloso de la mujer que llevaba a su lado la exhibía como al trofeo de un campeón…
La velada fue magnífica, bailaron y se rieron mientras el deseo entre ambos iba en ascenso con el transcurrir de las horas, se cruzaban miradas de coqueta complicidad ante los ojos de todos, aún cuando Juan Carlos fue al centro del salón a proponer el brindis por los novios Natasha no le quitó la vista de encima. Sin que él se diera cuenta y aprovechando que captaba la atención de los presentes con sus palabras, colocó sigilosamente veneno en su bebida, luego Juan Carlos cruzó su mirada con la de ella y Natasha le sonrió mientras le guiñaba un ojo, ya Juan Carlos no aguantaba más, la deseaba con frenesí, así que al llegar a la mesa la levantó y la condujo a toda prisa hasta el baño de damas, la besaba mientras Natasha no dejaba de pensar en la bebida sobre la mesa, cuando notó la pasión descontrolada en él lo separó con cariño y le pidió que buscaran un lugar privado para estar por primera vez juntos; sin despedirse de nadie salieron a prisa y se dirigieron en el coche hasta un hotel, ninguno de los dos se enteró del pobre mesonero que tras recoger algunas bebidas solitarias decidió tomar de un trago prácticamente lleno para caer víctima de un fallo cardíaco algunos pasos luego…