Los colonos se apropiaron del único camino que conecta a las aldeas de esta zona con la ciudad de Yatta, que está a unos 10 minutos de automóvil. Los palestinos tienen prohibido circular por él y se ven obligados a andar por senderos sucios para evitar los asentamientos judíos. Si van a pie demoran alrededor una hora, si es que no tienen niños pequeños.
Los ataques de colonos judíos están incorporados a la vida cotidiana de los palestinos de Cisjordania, pese a que pueden incluir incendiar cultivos, abatir olivos, envenenar pozos de agua, matar animales y hasta agredirlos físicamente. Las autoridades israelíes, por su parte, miran para otro lado.
Pero las reiteradas agresiones contra menores en edad escolar obligaron a la organización internacional Equipos Cristianos de Acción por la Paz (CPT, por sus siglas en inglés) a escoltarlos para poder protegerlos.
Incluso hace unos años, el Knesset, el parlamento de Israel, tuvo que intervenir porque varios ciudadanos extranjeros fueran agredidos por colonos judíos con cadenas y bates de béisbol.
Dos miembros de CPT debieron ser hospitalizados con lesiones de diversa entidad como un brazo roto, el cráneo fracturado y hasta un pulmón perforado.
El ejército israelí recibió la orden de garantizar la seguridad de los escolares palestinos del sur de Cisjordania escoltándolos a diario.
Pero no son confiables. Los niños, niñas y activistas se quejan de que a veces los propios soldados son la fuente de hostilidad por su afinidad con los colonos judíos.
La cantidad y crudeza de los ataques disminuyeron, pero no se detuvieron.