Las repúblicas latinoamericanas desde su nacimiento han presentado un espectáculo de tristeza y de dolor, a los partidarios de las instituciones del mundo.
Su historia general han sido de anarquía y de sangre, con muy pocas paginas que no causen horror y disgusto, las luchas de los partidos que en cualquier país democrático del primer mundo, aparecen como tormentas al estilo Reality Show.
En nuestra latinoamericana es diferente como se han señalado anteriormente en nuestras repúblicas per-mea un espíritu de feroz intolerancia y del mas cruel antagonismo. Por lo tanto muy poco de nosotros podemos hacernos una idea justa, del contexto real.
En Latinoamerica el primer esfuerzo de un partido político no es solamente de oprimir, si no la destruir a su opositor. Y no vacila en adoptar las mas extremas medidas de confiscación, destierro y muerte para alcanzar sus miras. Tan pronto como toma el poder se hace absolutamente tirano y despotrico, el que tiene principios u opiniones contrarias a la facción dominante, ocultan sus pensamiento o acciones. Eso so pena de perder sus propiedades o la vida.
Las consecuencias son claras y evidentes el odio la intriga, la desconfianza y la revolución son la hieles que corren por nuestras tierras. Aquí con negros torrentes mediante una complicada prensa, y la energía que se agota en la forma, sin tocar el fondo o se pierde en inútiles reverberaciones, en la bóveda de nuestras salas legislativas.
Aquí se irrita el corazón del hombre que se siente victima de una proscripción u opresión. Esta intolerancia impide la existencia de los partidos políticos que se precien de serlo, y que son la salvaguarda de nuestros libres y comunes intereses, y necesariamente de su saludable existencia.
Privados de una libre expresión de opiniones, y embarazadas de un acción legitima toda oposición se dirige a promover en secreto un conclave, y sus medidas llevan la forma si no ocultas su espíritu de traición, que descubierta se sigue la persecución, la muerte, la denostacion o la humillación.
Es imposible que se conserve el hombre de la oposición aunque justo y puro, en sus procedimientos tiene necesariamente que hacerse conspirador, y cada conspirador, es por igual necesidad feroz en suspicacias que a su vez cuando llegan peligros positivos o ficticios entabla una larga serie de crueles venganzas, todo bajo su distorsionada óptica y cruel visión de la realidad.
Los desastrosos resultados de estas condiciones y de estas practicas constantes, de diferentes ideologías, son no solamente perniciosos al sistema político en general a cada una de las partes, a las instituciones, al régimen de derecho y a la ley.
Esa sagrada intangibilidad que después de dios debía recibir el respeto y obediencia de los hombres, ahí pierde su divinidad y confundida con la tiranía, y las malas pasiones, e impulso de los hombres que debiendo ser ministros imparciales, emplean su poder mas que para depravados objetos y acciones y pierde el completo respeto y dignidad.
Aquella religiosa diferencia de donde obtiene su majestuosidad y fuerza sin la cual degenera en un pretexto y es totalmente nulificada, y la sociedad se envuelve en un caos de confusión, donde los señores, se sobrepone al derecho, sean estos de una u otra ideología.
Donde ni la vida ni la propiedad son seguras, donde ni el honor ni la virtud ni la sabiduría pueden sobrevivir.