Hay una la historia que me conto un día un trotamundos:
En un pueblo, alejado de las grandes ciudades y separado por muchos años de nuestra época; se decía que viva en él un virtuoso caballero, armadura plateada, espada afilada, cristiano de fe gigantesca-sabio como los viejos cedros de su comarca.
El intachable sujeto se paseaba por el pueblo, respetado por hombres y caballos. En la lluvia su cuerpo no cubría y en el sol los ojos no fruncían. Su gallarda figura desvanecía como esculturas de arena a las más hermosas mujeres del lugar.
Un día aquel caballero de la orden muerta, tomo su caballo desde muy temprano, a la pesca al rio fue-un cuerpo hermoso de una dama elegante, de envenantes ojos y blondos risos- el caballero no era el mismo, veía la figura le deseaba con locura.
Logro amar a la mujer y ser amado por ella. Tiro la espada en el campo y la armadura al lago, libero su alma de prejuicios y aun más sabio se hizo.
Tragedias pasan y llegan, la muerte a un hombre le cayó y el único rastro el asesino una espada de acero fino, afilada con pasión, y en la empuñadura la inscripción del caballero sabio-el era inocente pero las pruebas a juicio lo llevaron.
En una popular asamblea, rodeado de críticos ojos y viperinas lenguas, y a merced de una confabulante junta de juicio y un juez corrupto, que junto al acecino pelaban su muerte...
Para no dar píen a pensamientos de injusticia el juicio con falsa ley fue llevado, el juez dijo al caballero:
juez-hombre intachable, cristiano conocido, buen vecino, pero esta ruin acción tiene un castigo, la muerte de un ser humano, mas dejaremos en manos de dios tu destino-en dos papeletas pondremos tu vida- una dirá inocente la otra culpable, tomaras una y la que escojas será tu destino.
El caballero sabia de la confabulación y de la trampa, las papeletas, ambas solo culpable marcaban
se acerco a ella y una tomo y sin leer y o mostrarla a su boca se llevo, masco y trago, y publico y el juez desconcertados preguntaban, ¿Qué has hecho, ahora como sabremos si eres inocente o culpable?
Muy sencillo contesto el caballero, solo den vuelta a la hoja que ha quedado y después de leerla sabrán que la que me comí decía lo contrario
aquel caballero con su amada volvió, de su injusta pena fue liberado...