Estimada María, generalmente concuerdo con sus intervenciones, en este caso usted nos propone una interesante pregunta: estaríamos dispuestos a dejarlo todo para seguir a Jesús.
Creo y no para tomar por la tangente, que no es lo mismo plantear esta interrogante en el siglo XXI que en tiempos de Jesús
Las cosas han cambiado mucho, el confort No la riqueza, ha llegado a muchas más personas que en épocas remotas, no creo que sea yo más amada por mi Creador si lavo a mano o uso una máquina de lavar. Creo que es más importante el valor que se le da a las riquezas, el lugar que éstas ocupan en nuestras vidas, en el afán que ponemos por conseguirlas, y luego lo que hacemos con ellas.
La riqueza, el papel moneda, el oro, todos son dioses que compiten con nuestro Señor, aquellos que lo tienen en demasía seguramente esclavizan a sus semejantes, no comparten, guardan, atesoran como si fuera necesario llegar con una cuenta corriente reabultada para poder comprar la entrada al cielo.
Yo entiendo, que si el dinero con que se cuenta, alcanza para vivir decentemente, sin lujos innecesarios, sin vivir pensando en cuánto más se podría obtener con tal o cual negodio, si lo usamos para canjear alimento, casa, vestido, para pagar sueldos a empleados sin esclavizarlos, si ayudamos al prójimo con comida y vestido, si donamos sumas proporcionadas a los ingresos, Dios no se va a enojar, pues de lo contrario todos lo que aca estamos comunicándonos por medio del ordenador estaríamos haciendo fila en la puerta del infierno, pues al fin y al cabo el ordenador es un elemento suntuario.
Todos los excesos son malos, el exceso de pobreza o el de riqueza, la visión de nuestro futuro como reyes no es bueno, si como personas que han trabajado y con el sudor de su empeño han conseguido comprar una casa, tal vez un auto, y la han amoblado con la sencillez del buen gusto. Más es pecado.
Si no es eso lo que Dios quiere, el diablo va a tener que ampliar el infierno, pues seguramente nos encontraremos en él.
Saludos
Silvia